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Trampa para el dios puma

Colgando de un árbol, en el campo donde pastaban las tropillas de caballos, habíamos dejado una carnada. El festín del león. Mi abuelo quería agarrarlo mientras intentaba desgarrarla. Bajo la lluvia a veces me tocaba ir solo, arriba del Flecha hasta la trampa. ¿Qué haría yo si me encontraba con el puma?. Sus ojos, los míos. Frente a frente. Nunca me lo explicó. A veces llevaba un rifle. A veces un cuchillo, pero yo sabía que pelear a cuchillo limpio con un puma era imposible. De un manotazo mi abuelo había visto cómo partía en dos a sus mejores perros. Un puma siempre es un león. Su cuerpo plástico, su fuerza indómita, su carácter misterioso como un brujo. Nadie puede dominar la mente de un león. No es como en las películas. Los cuchillos no lo atraviesan. Las balas no lo alcanzan. Cinco perros. Ocho perros grandes pueden rodearlo pero tres morirán antes de que otros cinco tiros de 9mm lo derriben. Mi abuelo me contó que ni siquiera muerto puedes confiar. La reacción
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Prince y un cigarrillo antes de partir

A mi madre un médico le había dicho que la muerte la esperaba en la próxima estación y había desaparecido. Se esfumó ante mis ojos. No recuerdo los detalles. Nadie me explicó demasiado. Un tumor cerebral. Por entonces no se acostumbraba a "explicarles la situación” a los adolescentes. Partió lejos a presentar batalla. Triunfó pero ya nunca fue la misma. En el quirófano dejó a Dios y recuperó a los ángeles. Me instalé en la casa de mis abuelos. La Julia. El Antuco. Gente de campo. Seres dueños de una pureza y una transparencia que no he visto después. No puedo creer que terminé el secundario. Que estudié. Aprobé materias. Me mantuve en orden. Mi padre andaba por ahí, suelto como un perro callejero. No se resignaba a vivir conmigo. No tenía tiempo, menos ganas. Estaban los viejos. Su paz. Su nada. Su sustancia. Sus pisos limpios como los baños del Paraíso. A las 7, en lugar de desayunar, fumaba un cigarrillo Hilton y me iba al colegio. Escuchaba lo que había que

Investigación: 500 pesos por ocupar Mascardi y un sector político detrás de la toma mapuche

“Ustedes están preguntando mal”, dice el hombre que se ha dado cuenta de que somos periodistas y andamos hurgando donde no nos llaman. “Lo que ustedes tienen que preguntar es quién está detrás de este asunto”, insiste. “A ver, esperá, (grita un nombre, el de un empleado) vení contales”, sigue. El joven nos mira con unos ojos preocupados como es de esperarse. “Dale, contále”, persevera el empresario. “En mi barrio apareció un hombre ofreciendo 500 mangos para ir a Mascardi por el día. Había que estar todo el día. A mi prima le ofrecieron pero no quiso ir”, cuenta. La cifra de los 500 pesos hace un tiempo que da vuelta por los rincones de Bariloche. Se menciona pero no se corrobora. Este joven lo expresa de modo directo al periodista. -¿Quién era la persona que ofrecía el dinero?, peguntamos. -Un puntero, no me acuerdo bien el nombre (pronuncia algo que va de camino de convertirse en un apellido). -¿Algo más? -Yo no lo conozco, mi prima sacó una foto del diario porque

60 segundos finales entre el Testigo E y Santiago Maldonado

 La última persona que estuvo con Santiago Maldonado se llama Lucas Naiman Pilquiman. De acuerdo a su relato ante el juez Gustavo Lleral el 19 de diciembre de 2017 ambos llegaron hasta la orilla del río Chubut y se escondieron entre las ramas. Fueron los últimos en alcanzar el caudal. Los demás o habían cruzado o estaban en trámite de hacerlo. Los gendarmes Rafael Zoilán, Emmanuel Echazú, Neri Armando Robledo y Juan Carlos Peloso llegaron detrás pero, en sus relatos, explican que se dirigieron hacia la derecha del río, con dirección a Esquel. Río Abajo. Todos coinciden en esto. Lo explica Zoilán y lo revelan Pelozo y Robledo. Pelozo es el que grita “¡tenemos a uno!”. Robledo es el que arroja una piedra a un militante. Según Naiman Pilquiman, él ingresó al agua y Maldonado intentó seguirlo pero se detuvo. No se atrevió a seguir. Naiman Pilquiman mide 1,90, es fuerte y sabe nadar. Como sentía que la ropa le incomodaba, se la sacó. Detrás, Maldonado quedó entre la vegetación. El m

La historia de los policías que se buscaban a sí mismos

Imagen del pozo en el que estaría oculto el cuerpo de Daniel Solano. Se especula que arriba del cadáver depositaron mucha basura y hasta un animal.  Durante los primeros meses de la investigación por Daniel Solano, la jueza Marisa Bosco le encargó las pesquisas a un grupo de efectivos de la Policía de Río Negro. Se trataba del mismo grupo de agentes que de un modo u otro había participado en la golpiza y trasladado del joven desde la discoteca Macuba en Choele Choel aquel 5 de noviembre de 2011. La última ocasión en que se lo vio con vida. La jueza siempre especuló con que el trabajador golondrina de Salta y que estaba trabajando por la temporada en una empresa de Lamarque, en realidad, se había marchado del Valle Medio con destino desconocido. Llegó a decir que podía estar en Bolivia. “¿Por qué no lo buscan en Bolivia?”, dijo en su momento. El grupo de policías, por supuesto, no encontró nada concluyente. Aunque siguieron pistas. Una de ellas los condujo hasta Neuquén

La información oficial sobre la búsqueda en el jagüel

El juez de Garantías de Choele Choel Roberto Gaviña definió para el día 25 de enero de 2018, a las 9 horas, el comienzo de ejecución de las medidas de vaciamiento de jagüel ubicado en el establecimiento rural “La Manuela”, en el marco del legajo "Actuaciones complementarias - Causa 19227/11 Solano, Daniel s/ desaparición forzada de persona". Para tal fin el juez decretó el "levantamiento de la feria judicial" habilitando días y horas para la realización de los trabajos de vaciamiento. A cargo del fiscal del caso, Daniel Zornitta, quedó la tarea de efectuar las convocatorias y previsiones necesarias para la materialización de la inspección. En cuanto al costo económico que demandará la medida de vaciamiento, solicitada y concedida específicamente a la parte querellante de la causa, el juez Gaviña dejó constancia que: "En virtud de la existencia de fondos denunciados por representantes del Poder Ejecutivo Provincial en comunicación escrita a este Juzgado de Garan

Caso Solano: su vida, su desaparición y el regreso al jagüel

Daniel Solano fue visto por última vez alrededor de las 3.30 de la mañana del sábado 5 de noviembre de 2011 afuera del boliche bailable “Macuba”. Cuentan que había bebido. Que estaba de fiesta. Faltaban dos días para que él y otros 150 compañeros que trabajaban para la empresa “Agro Cosecha” iniciaran una inédita huelga en reclamo de haberes adeudados. Tenía 26 años. Venía de un hogar humilde de Salta pero no por eso le faltaba educación. Era su segundo año como golondrina en el Alto Valle. Una práctica laboral brutal que implica que los trabajadores viajen durante días en colectivos destartalados desde el norte del país hasta Río Negro para operar en la fruta, la cebolla y otros productos. Durante cuatro o cinco meses duermen hacinados en galpones llamado gamelas. Uno pegado al otro. Sobre el suelo. 150 personas. 1 baño. Para Solano esto no se salía de la norma, pero como era bueno en matemáticas, un día descubrió que los patrones les adeudaban en concepto de horas