La última persona que estuvo con Santiago Maldonado se llama Lucas
Naiman Pilquiman. De acuerdo a su relato ante el juez Gustavo Lleral
el 19 de diciembre de 2017 ambos llegaron hasta la orilla del río
Chubut y se escondieron entre las ramas. Fueron los últimos en
alcanzar el caudal. Los demás o habían cruzado o estaban en trámite
de hacerlo.
Los gendarmes Rafael Zoilán, Emmanuel Echazú, Neri Armando Robledo
y Juan Carlos Peloso llegaron detrás pero, en sus relatos, explican
que se dirigieron hacia la derecha del río, con dirección a Esquel.
Río Abajo. Todos coinciden en esto. Lo explica Zoilán y lo revelan
Pelozo y Robledo.
Pelozo es el que grita “¡tenemos a uno!”. Robledo es el que
arroja una piedra a un militante.
Según Naiman Pilquiman, él ingresó al agua y Maldonado intentó
seguirlo pero se detuvo. No se atrevió a seguir. Naiman Pilquiman
mide 1,90, es fuerte y sabe nadar. Como sentía que la ropa le
incomodaba, se la sacó. Detrás, Maldonado quedó entre la
vegetación. El militante mapuche decidió dejarse llevar, flotar por
la corriente que avanzaba a 5 kilómetros por hora. Dos o tres
minutos más tarde, entre las 11.25 y las 11,30, apareció donde
estaban los gendarmes. Los tiempos conocidos de ingreso a Cushamen
por parte de Gendarmería Nacional y llegada a la orilla de los
efectivos, dejan entender esto.
¿Cómo sabemos que es él? Porque Robledo reconoció que le arrojó
un piedrazo a un manifestante. A Alguien de gran porte. El único
alto de entre todos los mapuches era Naiman Pilquiman. Extrañamente,
el joven no denuncia el golpe ante el juez ni ante su familia. Es
Naiman Pilquiman quien, de pronto y de manera sorpresiva, se les
cruza en el campo de visión a un grupo de gendarmes. Uno grita
“¡Tenemos a uno!”. Otro le arroja un piedrazo a una distancia de
20 a 25 metros. El ancho del río.
¿Maldonado? Naiman Pilquiman le contó al juez que quedó atrás,
escondido, a distancia de los gendarmes. Pero también relató que
una vez arriba del cerro se encontró con Matías Santana. Y no le
contó los detalles de lo que acababa de ocurrir. No mencionó ni una
sola palabra de Maldonado. Con esto deja entender que Santana no
estaba observando la escena con o sin binoculares.
Hicieron fuego. Después Santana se marchó a encontrarse con otros
mapuches y a su vuelta le informó a Naiman Pilquiman que “faltaba
uno”. El joven, por supuesto, estaba al tanto de esto pero
nuevamente se guardó el nombre. Al otro día se encontró con Sergio
Maldonado y le contó que Santiago había estado en Cushamen. El
hermano creía que estaba en la montaña. Naiman Pilquiman otra vez
mantuvo en secreto información clave. No le dijo que él y Maldonado
habían estado juntos en el río. Que él flotó. Que Maldonado no lo
siguió.
Solo a dos personas les detalló esta situación que podría
implicarlo en un hecho de “abandono de persona”. Sus padres. No a
los demás mapuches. No a la APDH. No a ningún miembro de un partido
político. No a ninguna autoridad. Así lo expresó claramente ante
el juez Lleral. Está escrito. Está grabado. Está en el expediente.
Detrás de él, grupos preparaban el relato de una “Desaparición
forzada”.
Este caso es acaso el más triste. Pues se perdió una vida en vano. Más allá de que hayan violado la Ley, su muerte fue estúpida.
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